En la primavera de 1905 André Derain era un joven artista de 25 años cuyos cuadros, presentados en el Salon des Indépendants, prácticamente desapercibidos. Tal como explicamos a nuestros alumnos de clases de pintura en Madrid, Matisse, 10 años mayor, le propuso reunirse con él  en Colliure, pequeño puerto pesquero próximo a la frontera española. Matisse residía allí  desde finales de mayo para pintar ajeno a las influencias de París. André Derain llegó a principios de junio y durante el verano, manteniendo entre sí una colaboración extrañamente fecunda, inauguraron nada menos que una nueva era estética.

Tanto André Derain como Matisse se dedicaron a pintar paisajes en plena naturaleza de la mañana a la noche, continuando, ahora en el Mediterráneo, una tradición que los impresionistas habían comenzado 30 años atrás  en las costas de Normandia (cosa que siempre explicamos a nuestros a quienes asisten a nuestros cursos de pintura en Madrid). Influida por la omnipresente luz meridional francesa, «una luz rubia y dorada que elimina las sombras», su obra tomó una dirección radicalmente nueva en la que,  en una carta de De Vlaminck del 28 de julio, André Derain señalaba  dos características distintivas. Hablaba de una «nueva concepción de la luz, que consiste en la negación de la sombra» y provoca una «revitalización de la fuerza expresiva». Al mismo tiempo insistía en la exigencia de superar el neoimpresionismo, explorado sistemáticamente por Matisse el año anterior por influencia de Signac.

Mientras la teoría divisionista se Seurat y Signac presuponía la mezcla de colores básicos y el contraste simultáneo de los tonos complementarios mediante pinceladas adecuadas a las dimensiones del cuadro, André Derain y Matisse encontraron una nueva forma de pintar, una técnica mixta de  capas de pintura planas y de irisaciones diáfanas distribuidas mediante toques  en el lienzo cuya estructura en muchos casos quedaba al descubierto. El plan del cuadro derivaba directamente a la aplicación de colores puros, de forma que el lienzo pintado, que «negaba» la sombra, y , por tanto reducía la profundidad, conservaba su característica inicial de una superficie bidimensional.

 

deGranero clases dibujo pintura fotografía madrid cursos academia taller arte bellas artes dibujar pintar fotografíar

Barcos de pesca, Collioure. 1905, óleo sobre lienzo, 38,2 x 46,3 cm. Museum of Modern Art, Nueva York, The Philip L. Goodwin Collection.

 

En nuestros cursos de dibujo y pintura en Madrid, hacemos hincapié a nuestros alumnos de que fue en octubre de 1905 cuando la prensa se desató en improperios  contra la sala VII del Salón d´Atomne, en la que se congregaban las obras de Matisse, Derain (autor de nueve cuadros, entre ellos seis vistas de Collioure, y sus amigos. Según ella, se trataba de una «actitud vulgar», es decir, de «atroces e ingenuosos juegos de un niño que se entretiene con una caja de pinturas«. El crítico  Louise Vauxcelles habló de «jaula de animales salvajes», fauves, dando así nombre  en tono de burla a esa nueva manera de pintar alumbrada en Collioure, que André Derain continuaría el verano siguiente en L´Estaque. El primer escándalo artístico del siglo puso fulminantemente en órbita a los fauvistas. En noviembre Ambroise Vollard compró a Derain 89 cuadros y 80 dibujos. Los ecos del escándalo se extendieron por Europa. Comenzaba la evolución artística del siglo XX.

En 1929, al volver sobre esta fase decisiva de su obra en una conversación con Georges Duthuit, Derain decía que el fauvismo había sido su gran prueba de fuego, y que los impresionistas intentaban reproducir la luz al margen del cuadro, pero que ellos se concentraban directamente en el color.

Hasta aquí, estas breves pinceladas sobre André Derain y el fauvismo. Recuerda que siempre estaremos encantados de recibirte en nuestras clases de pintura en Madrid.

 

www.degranero.es

LLamar ahora