Las prestaciones de las cámaras digitales han favorecido la captación de imágenes en condiciones de luz difíciles o extremas, e incluso de noche, con la ventaja añadida de examinar el resultado a tiempo para proceder a la corrección o descarte de la fotografía nocturna.

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En la fotografía nocturna se hace preciso recurrir a velocidades de obturación lentas, opción que puede comportar fotos movidas. El uso de un trípode puede anular esta eventualidad, y si no se cuenta con uno, siempre se puede buscar un apoyo en elementos del entorno, como una barandilla o farola.

Al hacer fotografía nocturna (por tanto con exposiciones largas), si se dispara a pulso, la cámara se sujetará firmemente con las dos manos y el disparador se deberá apretar con mucha suavidad. Hay que procurar no mover la cámara durante la exposición.

La mejor manera para sujetar la cámara es con los brazos pegados al cuerpo, de rodillas o con las extremidades apoyadas en partes «blandas», no en el hueso. No obstante no está de más recordar que las fotos movidas también pueden tener gran interés expresivo.

En escenas nocturnas, existen barios menús de luz que ofrecen resultados satisfactorios, por lo que se recomienda probarlos para hallar el más atractivo para cada situación.

Un fotografía nocturna de un edificio iluminado, requiere colocar la cámara en un trípode u otra base estable; cancelar el flash automático y activar el disparador automático. Si dejamos el balance de blancos en luz día, la apariencia de de la foto será mucho más amarillenta que si ponemos luz de tungsteno.

El escenario de un concierto es una situación habitual para una exposición larga. En estos casos, lo correcto es anular el flash y dar a la cámara la máxima estabilidad posible, procurando que los elementos o personas más próximos se mantengan quietos.

Y hasta aquí estos consejos sobre fotografía nocturna, ahora te animamos a que los pongas en práctica.

 

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