La tela sin ninguna preparación previa es demasiado absorbente. Esto no sólo origina la pérdida de tiempo de material, sino también el empobrecimiento de la pintura debido a la excesiva absorbencia de su aglutinante. Sin embargo, cuando la tela sea para pintar óleo, la preparación es totalmente imprescindible, puesto que, al impregnarla, el aceite secante de la pintura perjudica las fibras vegetales (el aceite favorece la oxidación de la celulosa), ya que las vuelve quebradizas. Lo mismo sucede con el papel.Para evitar estos inconvenientes, y tanto en un procedimiento como en otro, siempre es aconsejable preparar previamente la tela.

 

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Lino encolado.

 

Cuando se prepara una tela hay que procurar que no pierda flexibilidad, cosa que no tiene por qué preocuparnos cuando se trata de un soporte rígido, como la madera. En cambio, una tela con una preparación muy fuerte o de cierto grosor se resquebrajaría.

Toda preparación consiste en un encolado previo seguido de una imprimación si fuese necesario,ya que, en ciertos casos, se puede pintar sobre el simple encolado.

Los requisitos básicos de una buena preparación son:

  1. Que sea delgada, flexible y magra en relación con el procedimiento a aplicar encima (graso sobre magro).
  2. Que sea insensible a los agentes atmosféricos y a los agentes atmosféricos y al paso del tiempo.
  3. Que tanto el encolado-imprimación como la imprimación-pintura estén perfectamente unidos.

Si bien en la preparación de las telas se han ensayado toda clase de materiales, como en el caso de la «gacha» que se empleaba antiguamente, del aceite, del que tanto abuso se ha hecho, de la caseína, etc., hemos llegado a la conclusión de que la cola de conejo continúa siendo el material más idóneo para una preparación tradicional y común para todas las técnicas, ya sean acuosas o grasas.

 

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