La Dama de Oro narra la historia de una octogenaria mujer de origen austriaco afincada en Los Ángeles (USA) desde la segunda Guerra Mundial. María Altmann en 1999 se embarcó en un arduo proceso judicial contra el gobierno austriaco para poder recuperar algo que era suyo y había sido expoliado por los nazis, algunas de las obras de arte que le fueron robadas a su familia durante la segunda guerra mundial. Entre esas obras se encontraban varios paisajes de Gustav Klimt además de «La Dama de Oro», un retrato del mismo pintor realizado a Adele Bloch-Bauer (tía de María) que se había convertido en lo que la Monalisa para Francia, un icono del arte Austriaco. María busca ayuda en el inexperto abogado en estos temas Randy Schoenberg, amigo de la familia desde niño y también de origen vienés, quien conseguirá ganar uno de los juicios más importantes en el terreno de la recuperación del arte robado por los alemanes.
La película intenta reconstruir de la manera más fiel posible el proceso para la recuperación de las obras apoyándose en el extraño tándem que forman María y Randy. La actualidad pierde su fuerza cuando María recuerda su infancia y su juventud en la Viena de los terribles años de la guerra. Escenas con una fotografía impecable y muy buen gusto, los recuerdos del día de su boda o cuando tiene que despedirse de sus padres para salir urgentemente del país por la invasión nazi. La película esta cargada de arte, y los escenarios como la casa familiar de Viena de María están repletos de grandísimas obras.
Sin duda «La Dama de Oro» merece la pena ser vista, tanto por la historia que cuenta como por la magnífica interpretación de Helen Mirren y Ryan Reynolds.
Guillermo Granero
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